(este es el tercer artículo sobre tres (3) esquemas de tres (3) componentes. Los anteriores, si no los leísteis, están AQUÍ y AQUÍ).

 

Enfoques para abordar la realidad de un pequeño negocio

Tres maneras de abordar cómo nos enfrentamos a diferentes aspectos de la realidad de un pequeño negocio.

En el primer artículo vimos cómo las tres etapas básicas para organizarnos cuando vamos hacia algún sitio son:

A) Dónde estamos,

B) Dónde queremos ir y

C) Qué tenemos que hacer para llegar allí.

También vimos que que aunque se incide mucho -y con razón – en que el punto B (dónde queremos ir) necesita estar muy claro y ser medible, etc., en realidad solemos partir con una dificultad menos evidente: no identificamos claramente el punto A (dónde estamos) y por lo tanto C (qué tenemos que hacer para llegar allí) suele fallar y dejamos muchos proyectos sin concluir.

En el segundo artículo de la serie vimos las tres fases de mentalidad por las que suele pasar un profesional que se pone por su cuenta. Si es que sale de la mentalidad de autónomo – currante claro -.

Cada estructura de mentalidad lleva asociada una creencia implícita:

1 – Mentalidad de Profesional – cuánto mejor haga mi trabajo de profesional mejor me irá en mi negocio.

2 – Mentalidad de Manager – Cuánto más eficientemente haga mi trabajo de profesional y atienda a las actividades accesorias, mejor me irá en el negocio.

3 – Mentalidad de Emprendedor – Mi producto es EL NEGOCIO. Cuánto más me dedique a crear un negocio que pueda funcionar independientemente de mi presencia, mejor me irá.

Como ves del 1 al 3 son tres pasos que hacen que tu actividad laboral pase de ser básicamente un puesto de trabajo a un verdadero negocio.

Como decía “aquel”: “un negocio que no te da para no ir a trabajar todos los días no es negocio.”

Bueno, pues hoy vamos a ver una tercera versión de las cosas que vienen de 3 en 3 que curiosamente, también es aplicable al desarrollo de un pequeño negocio.

 

El tercer Modelo

Vale, digamos que ya has visto que si no pasas a la mentalidad 3, vas a tener un puesto de trabajo más o menos remunerado el resto de tu vida y esto no te parece suficiente.

Y decides que lo que quieres es un negocio.

¿Ahora qué?

La tendencia es a comenzar a “aprender a delegar”.

Así, a pelo.

Claro, así no funciona y en nada de tiempo te ves aún más liado de lo que estabas antes. No solo haciendo lo que antes hacías sino arreglando lo que otros no han hecho bien y diciéndote: ¿Ves? Si es mejor que lo haga yo.

Trampa, trampa.

Cuidadín, cuidadín.

Lo normal es que si es así como lo haces, este sea el resultado que obtienes. Pero es que así no es.

De Profesional a Emprendedor

Para pasar de “profesional” a “emprendedor” es mejor abordar el proceso en 3 fases.

1 – Identificar e implantar tus mejores prácticas.
2 – Documentar, estandarizar e implantar medidas de éxito.
3 – Delegar a responsable.

Cada una de estas tres fases la tendrás que aplicar en las diferentes áreas funcionales de tu negocio (marketing, ventas, producción, y así).

Ahora las tres fases, una a una.

1 – La primera es identificar “mejores prácticas”. Esto quiere decir que busques y encuentres una manera eficiente, correcta y rentable de hacer lo que haces.

Por ejemplo, si se trata del área de producción, necesitas definir claramente los criterios de calidad, los procesos, etc.

Si es en el sistema de captación de clientes, se trata de definir el embudo, los mensajes, los guiones de venta, hasta dar con el que mejor funciona.

Lo mismo para la contratación de personas, para la gestión administrativa, etc.

La primera fase es optar por la manera, sistema o procedimiento que más rentable, eficaz o productivo sea. Y que vas a seguir a partir de ahora.

2 – La segunda fase es documentar estas “mejores prácticas”.

Una vez has visto, por ejemplo, que para captar clientes es mejor hacerlo de una manera concreta, y ves que obtienes un rendimiento razonable (coste de adquisición de cada cliente, o número de clientes, o valor del cliente…) ahora hay que documentar este sistema y convertirlo en un procedimiento. Con criterios de calidad concretos y criterios de éxito (tantos clientes nuevos, o facturación adicional, o productos vendidos, etc.).

3 – La tercera fase es delegar.

 

Tu sistema

Ahora sí.

Una vez que has identificado con precisión cómo se hacen las cosas, y lo has documentado y convertido en un protocolo, entonces ya puedes delegar la consecución de resultados a otra persona.

Tienes un sistema que seguir – que transmite el núcleo de lo que sois o de cómo trabajáis -.

Tienes unos procedimientos escritos.

Y tienes unos objetivos y criterios de rendimiento y calidad.

Ahora ya puedes pasarle esto a otra persona y desentenderte de los “detalles” (que no del resultado).

No hace falta haber pasado completamente por un área funcional para comenzar con la siguiente, pero sí es preferible no empezar un área hasta que al menos la primera fase de la anterior esté bien finalizada. Así es más fácil evitar la dispersión.

Por supuesto, el diseño de los procesos y la documentación no tienes por que hacerla tú físicamente.

Pero tienes que cerciorarte de que se hace.

Es la clave de la calidad y de la repetibilidad de resultados.

En el próximo artículo quiero mostrarte una manera de implementar estos tres modelos mentales de manera que puedas realmente apoyarte en ellos.

Y recuerda que si tu mente no cambia, tu negocio tampoco cambiará.