Modelos Mentales para visualizar lo obvio

Hace años leí un libro de un consultor acerca de las matrices 2×2. Venía a decir, como con el griego aquel con su punto de apoyo – no sé si fue Arquímedes, pero no me apetece buscarlo ahora mismo -, dame una matriz de 2×2 y muevo el mundo.

Y lo cierto es que era muy interesante, porque realmente las matrices 2×2 se pueden utilizar (o aparecen) en muchos diferentes formatos, maneras, entornos y problemas.

Y casi siempre ayudan a ver algo que antes no veías.

Son obvias, como tantos otros modelos mentales, pero cuando lo aplicas en un caso concreto, deja de ser “obvio” de manera conceptual y se convierte en real para ti.

Y utilizable, que es lo que cuenta al fin y al cabo.

Yo utilizo mucho las matrices 2×2 cuando quiero demostrar que algo es como yo digo, sí o sí. Claro que parte del “truco” está en cómo haces la definición de los dos ejes.

Pero en fin, a lo que iba:

Estos días estaba pensando sobre otro “modelo mental” con el que me encuentro muy a menudo en el trabajo que hago.

Y no son 2×2, son 3. De hecho se me han ocurrido 3 modelos para procesar situaciones, y como cada uno tiene 3 pasos, podría decir que se trata de una matriz 3×3. Es probable que cuando haya desarrollado los tres vea cómo se interconectan entre ellos.

Así que, si quieres seguir y acompañarme el proceso de ir pensándolo – que quiero compartir en estas entradas – igual llegamos a la misma conclusión o a conclusiones diferentes. Pero espero que sirva para desarrollar mejor una idea que me parece útil.

Como verás, esta entrada es algo más “serio” y “mental”. Lo digo por si te lo quieres saltar.

Y, sin más dilación, aquí está el primero.

Modelo Mental 1 de 3.

Situación actual —> Objetivo —–> Plan de acción

O también:

Dónde estamos —–> donde queremos ir ——- > cómo vamos a llegar

Por ejemplo, cuando empiezo un nuevo proceso con un cliente de coaching empresarial, dedicamos una buena porción de tiempo – varias semanas – a hacer una radiografía de la situación actual (tanto personal, psicológica, etc., del propietario, como del negocio en sus diferentes aspectos y áreas funcionales).

Luego identificamos sus objetivos. Dónde quieren estar. A dónde quieren llegar.

Sobre todo se suele tratar de hacerlos más explícitos y concretos los objetivos y de cerciorarnos de que son realmente suyos (y no expectativas de la sociedad o de otros, por ejemplo).

Y también de que no hay grandes incongruencias entre estos objetivos y aspiraciones y otros objetivos y aspiraciones en otras partes de su vida.

Por ejemplo, querer abrir 3 empresas más en el siguiente año y por otro lado querer pasar más tiempo con su pareja y sus hijos puede requerir una revisión.

Posteriormente hacemos un plan de prioridades (qué es lo más prioritario ahora) y proponemos unos objetivos parciales y comenzamos a trabajar sobre ellos.

Un proceso de planificación

Este modelo de los tres pasos (dónde estamos, dónde queremos ir, cómo vamos a llegar), también es la base conceptual de un proceso de planificación estratégica.

  • En este caso, el Dónde estamos requiere investigar muchas cosas concretas (la historia, el mercado, las capacidades del negocio, las oportunidades que existen, los competidores… ).
  • Dónde queremos ir se hace después de un análisis del mercado, las tendencias, las capacidades internas, etc.
  • Cómo vamos a llegar consiste en asignar y planificar recursos (esfuerzo, tiempo, dinero) para que no se quede todo en sólo “buenas intenciones”.

Puedes ver que este modelo se puede aplicar a muchas áreas, pero a menudo se hace de manera no explícita.

Por ejemplo, si acudimos al médico es porque no estamos donde queremos (el objetivo implícito es “estar sano” o “que no me duela”).

El médico hará un análisis de dónde estamos (qué está ocurriendo, quizá con análisis, preguntas, pruebas, radiografías) y se preparará una serie de pasos (recetas, tratamientos) para llegar al objetivo (estar sanos).

Y lo mismo para perder peso, aprender un idioma, prepararte para un maratón, etc.

Y aquí te aviso de que no te confundas porque parece algo obvio. Como tantas otras cosas “obvias”, casi nade las hace.

Hoy en día cualquier hijo de vecino te puede dar una charla sobre el desarrollo personal, el cambio climático, las bondades de la meditación… pero de ahí a que su vida siga realmente su filosofía, va un trecho.

Aprender a aplicar de manera explícita este modelo, puede ser un revulsivo sobre todo en áreas que nos están causando más problemas, sea por la importancia que tienen, sea porque hace tiempo que lo intentamos y no lo logramos, o sea por que tenemos desconocimiento.

Por ejemplo, si tienes un hijo que no se “porta bien” o tiene un comportamiento que es negativo, o peligroso, o le puede traer problemas en el futuro, y has intentado de todo: regañar, aconsejar, chantajear…

A veces puede ayudarnos si seguimos el proceso de tres pasos.

  • Qué está pasando ahora (que te parece negativo y por qué – siempre con el bien del menor en mente).
  • Qué quiero que pase en lugar de esto (qué comportamiento quiero potenciar).
  • Cómo voy a conseguirlo (qué comportamiento voy a tener yo como padre o madre).

‌En este caso el “cómo voy a conseguirlo” puede tener mucho que ver con tu propio comportamiento: qué estás promoviendo con tus respuestas y reacciones.

No es el momento de entrar en la educación de pequeños, pero la idea es que tengas unos parámetros para tus comportamientos para cuando el pequeño exhiba los comportamientos que quieres reducir o debilitar, y para cuando exhiba comportamientos más cercanos a lo que quieres potenciar o fortalecer.

Para esto hay que pasar de reaccionar, a tener un plan. Que sólo se puede tener si tienes muy claro lo que quieres, y así sucesivamente.

Lo que quería resaltar es que pararse a pensar en cuál es el “problema” o la situación actual y cuál es el objetivo (de manera más explícita) es el primer paso para poder elaborar un plan de acción y poder moverse hacia los objetivos.

O también en el caso de que tu negocio no esté funcionando como quisieras:

  • Qué está pasando ahora (que te parece negativo y por qué desde el punto de vista de tu negocio).
  • Qué quiero que pase en lugar de esto (qué quisiera conseguir concretamente con mi negocio).
  • Cómo voy a conseguirlo (qué acciones voy a poner en marcha, en qué orden, cuándo y con qué presupuesto).

‌Pero no es esto todo.

La clave del proceso de planificación

Me he dado cuenta con el tiempo de que la clave de este proceso que parece “de cajón” está en analizar bien la situación inicial.

El punto de partida.

Esto es lo que nos ayudará a:

a) a fijar unos objetivos que tengan sentido, y

b) a poder identificar claramente qué pasos hay que dar y en qué orden.

A ver, imagínate que quieres hacer una ruta de senderismo y quieres llegar a un punto concreto (El Objetivo). Ahora mismo estás a 10 kilómetros (Dónde estás ahora). Parece sencillo decidir cómo lo vas a hacer, ¿no?

En realidad necesitas tener una imagen mucho más clara del punto A.

¿Eres tú solo, o vais en grupo?
¿Estás en buena forma o pasas habitualmente tus tardes en el sofá, conviviendo con restos de palomitas y chucherías?
¿Has hecho algo así antes o es la primera vez?
¿Tienes equipo adecuado para la excursión y para la climatología?

Con estas y otras preguntas podrás ver que lo que tendrás que hacer como siguientes pasos será muy diferente. Incluso puede que sea más razonable modificar el objetivo.

Dónde estoy – > Dónde quiero llegar -> Cómo voy a hacerlo

E‌l Modelo 2 de 3

En la próxima entrada te cuento el segundo modelo, pero mientras, intenta ver dónde lo estás aplicando de manera no explícita y prueba a revisar bien el punto de partida y quizá te lleves una sorpresa.