Escribo esto en el día de mi cumpleaños. He decidido, entre otras cosas, regalarme una paleta de ibérico y una caja de Ribera del Duero, que compartiré esta tarde-noche con mis amigos más cercanos (mi familia extendida, por así decirlo, pues mi familia está desperdigada por el mundo) y un masaje, que tengo concertado para esta tarde.
¿Qué tiene esto que ver con el desarrollo empresarial, o con el coaching? Cuando finalmente los pequeños empresarios (o quizá todos nosotros en nuestra vida) se ponen con aquella tarea o actividad que llevan tanto tiempo posponiendo: cuando finalmente hacen un plan de marketing, o hacen las primeras 10 llamadas en frío, o redactan el primer procedimiento para sistematizar una parte de sus operaciones, o consiguen hacer una semana planificando el día antes de comenzar, o finalmente rellenan las plantillas financieras… cuando finalmente logran superar, digo, las resistencias que se han estado poniendo meses o incluso años, no se detienen a celebrarlo.
Parece que no queremos celebrar para no vernos luego teniendo que echar marcha atrás y ”arrepentirnos” de la celebración, si finalmente no llegamos a una meta mítica en el futuro. Pero la celebración está asociada a lo conseguido hasta ahora: un pequeño movimiento en la dirección adecuada, un logro, haber alcanzado un objetivo que te pusiste. No implica ni soberbia, ni exceso de confianza. Es más, es una manera de construir confianza, de aprender que mi desarrollo personal y como empresarios, de alguna manera es un juego. Y como todos los juegos, el resultado suele ser mejor si jugamos muy centrados, pero con espíritu ligero, juguetón y con ganas de disfrutar de lo que hacemos. La creatividad tiende a posarse más fácilmente en quien está en disposición abierta y relajada.
¿Cómo vas a celebrar tu siguiente paso hacia adelante?