El mundo está lleno de personas que esperan que venga alguien y les motive para convertirse en el tipo de persona que les gustaría ser. Estas personas están esperando el autobús en una calle por la que no pasa. Si no se responsabilizan de ellas mismas y deciden apretarse un poco las tuercas, pueden estar esperando el resto de su vida. De hecho, la mayor parte de la gente es lo que acaba haciendo: esperando que venga alguien a sacarles del apuro y convertirles en eficientes y eficaces.
Según dicen, sólo el 2% de las personas pueden trabajar completamente sin supervisión. Los llamamos “líderes”. Y son el tipo de persona que tú puedes ser, si así lo decides.
El primer paso es decidir que todo depende de ti. Que no has de esperar a que alguien venga a forzarte a hacer esto o aquello. Tu has de ser quien decide cuáles son tus ranas y comértelas cuanto antes… empezando por las más grandes y más feas. Esta es la manera de poder llegar a funcionar todo lo bien que tu potencial te permitiría.
Si te ves como modelo de comportamiento o funcionamiento y vas subiendo el listón de lo que haces, si eres tú quien fija el estándar que quieres cumplir, acabarás por dar lo máximo de ti. Y en la vida laboral, como en casi todo, se cumple siempre lo de “tanto das, tanto recibes”. Sólo dando el máximo que puedes dar, puedes obtener el máximo de lo que la vida te puede ofrecer.
Si recuerdas la historia de cómo Hernán Cortés inutilizó los barcos para impedir que sus hombres pudiesen escaparse, te darás cuenta de que haciéndolo tampoco él podía volver atrás: Cortés enviaba un mensaje muy claro a la Providencia de que para él era una apuesta sin compromiso. Lo apostaba todo. La Providencia suele responder al mismo nivel al que decidimos apostar.
Si estás esperando a que venga alguien y te motive para actuar, puedes esperar mucho tiempo. Sin embargo, dentro de ti puedes adoptar la postura de un líder que se exige a sí mismo ponerse en marcha ya, y hacer lo que hace falta. Te aseguro que está dentro de ti y sólo tienes que decidirte.