fuegosEn las últimas semanas me he encontrado varias veces con una situación muy curiosa y que puedo resumir con una de ellas:

Durante una comida con empresarios (pymes) uno de ellos estaba hablando con mucha vehemencia de que el coaching era algo maravilloso. Tras un ratito hablando de lo que pensaba dijo: “soy un defensor y creyente del coaching al 100%”. No me puede resistir y le pregunté: “¿Tienes coach o has hecho coaching?”. Se me quedó mirando, como extrañado por la pregunta, y me contestó: “No”. “Ah!”, dije yo. Y ahí quedó la conversación. No sólo quedó la conversación, sino la experiencia de esta persona con el coaching: palabras, cuando el coaching es sobre todo acción.

Es una anécdota, pero refleja unas situaciones que, como digo, he vivido estas semanas: alguien que piensa que lo que hay que hacer es esto o aquello. O piensa, como en este caso, que el coaching es bueno… pero no se pone manos a la obra. ¿Quizá sea una versión más de “se me va la fuerza por la boca”?

En el caso de este compañero, lo cierto es que si no ha hecho coaching, no tiene ni idea de qué va. Por supuesto, piensa que lo sabe, por lo que ha leído, lo que se imagina, etc. Pero no cree que si es algo muy potente y valioso, la pregunta surge de ¿y por qué no haces coaching? Si has encontrado una herramienta que te puede ayudar a multiplicar tu rendimiento, ¿cómo es que no la estás empleando?

Me parece este un nuevo giro a la otra manera de perder fuerza por la boca, que es quejándonos de cosas que, o no podemos cambiar, o en realidad no son algo de lo que debería quejarme, sino parte de las reglas del juego. Este es un caso de tener una opinión sobre algo que desconozco o saber que algo es positivo, pero no lo empleo… y esto último es lo que más me interesa.

Me ha parecido encontrar entre los empresarios en nuestro país (quizá como latinos?) mucha más tendencia a hablar de lo bueno (o malo) que es esto o aquello pero mucha más resistencia a, de hecho, comenzar a actuar de manera “proactiva” y en consecuencia con lo que pienso (o digo que pienso) . Me da la impresión de que puede ser algo cultural: me pregunto si el que piensa y actúa en consecuencia no es un modelo socialmente admirado. Si está bien, o mejor, visto hablar de esto y aquello, pero no obrar en consecuencia. O quejarse de “lo mal que está todo”, casualmente sobre cosas sobre las que no puedo actuar…

Como ya comenté en el post sobre el círculo de interés y la esfera de influencia, perdemos mucho tiempo y energía centrándonos en lo que no podemos cambiar. Pero este nuevo giro me preocupa más y me invita a hacerte una pregunta: ¿Que es lo que finalmente te incita a actuar?

Preguntas que te hago o te invito a que te hagas:

En tu caso particular, ¿te ves en esta situación: diciendo que algo es bueno para tu empresa, pero no poniéndolo en práctica? ¿Dedicas tiempo a quejarte de cosas que no puedes cambiar?

Recuerda que no somos sujetos pasivos de la vida. Salir adelante está en nuestras manos (quizá no tanto en nuestras bocas)

 

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