Hablábamos la vez pasada de la costumbre de echar balones fuera que tienen muchos empresarios. De cómo buscan “responsables” de lo que está pasando cuando, por definición, el responsable es él o ella.
Esto parece invitar a hacernos la siguiente pregunta: ¿Cómo puede alguien con la iniciativa suficiente para poner un negocio, hacer como que la cosa no va con él o ella? ¿Cómo pasa su día, si piensa que la responsabilidad está en otro lugar, o en las circunstancias?
La solución más habitual que nos permite hacer esto, y a la vez sentir que estamos haciendo todo lo posible, es trabajar más. Pero no necesariamente mejor, sino más. Cómo si el problema fuese que lo que estaba haciendo antes no fuera “suficiente”. Como si el éxito de una empresa dependiese de cuántas horas “echas”.
A todo esto, parece que no se le ocurre que igual está haciendo algo mal, por ejemplo, equivocándose de tareas: haciendo cosas que no debería estar haciendo y, lo que es peor, dejando de hacer cosas que son imprescindibles. Y echar más horas haciendo las cosas equivocadas, no es la solución. En realidad es parte del problema. No tiene ningún sentido hacer más, o mejor, las cosas que no deberías estar haciendo en absoluto.
No se trata de hacer las cosas adecuadamente,
sino de hacer las cosas adecuadas.
El éxito empresarial no es aleatorio. Está basado en aspectos y actividades concretos. Haciendo estas cosas, tienes una posibilidad de salir adelante como empresa, aunque requerirá esfuerzo. Sin ellas, las posibilidades son escasísismas.
Así que he de elegir entre sentir que “trabajo mucho” o dedicarme a aprender qué he de hacer como empresario y hacerlo.
El pequeño empresario ha de dejar de pensar que llevar un negocio es una cuestión de “familia”, de fuerza, de trabajo duro, de raza y pensar que la responsabilidad de dónde está la empresa es suya. Sólo así puede comenzar a andar el camino de buscar soluciones para reorientar su empresa.
Si aún tienes la fantasía de que puedes poner un negocio y resistirte a ser empresario, estás viviendo en un mundo de hadas y, excepto en ocasiones de excepcional bonanza económica (que posiblemente no nos visiten de nuevo en mucho tiempo), la lotería o la ruleta te ofrecerán más posibilidades de éxito. Porque serlo, empresario, en nombre al menos, ya lo eres cuando montas una empresa.
Lo único que queda es decidir si quieres serlo bueno o malo. La buena noticia es que la decisión es tuya.
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