La gente con la que pasamos tiempo nos marca…
Para bien o para mal, es como si una cuerda o una goma elástica nos uniera… a su manera de ver el mundo.
Además, tenemos una querencia a acercarnos a personas que tienen una perspectiva vital similar a la nuestra. Esto, aunque por un lado nos puede hacer sentir ratificados y apoyados y no cuestionados, por otro lado nos limita.
Es casi imposible que logremos superar el modo de pensar, la mentalidad, la interpretación del mundo, sus posibilidades y las mías y elevarnos por encima del nivel de perspectiva de la gente que constituye nuestro entorno (profesional, personal, etc.). De aquellos con los que pasamos más tiempo y a los que escuchamos.
Por ejemplo, si voy siempre a lugares de networking donde todos estamos más o menos en la misma manera de interpretar las situaciones, las posibilidades de que logre dar un paso hacia arriba, y mover mi negocio a otro nivel -y mi manera de gestionarlo – son muy, muy escasas (siendo optimista).
Cuidado con las quejas
Si salgo a tomar un café con unos amigos y gastamos nuestras energías en quejarnos de “lo mal que está todo”, cada minuto que gasto en esa situación, cada gramo de energía que dedico a esta actividad, es un gramo de energía y un minuto que dejo de tener a disposición para crecer, superar las adversidades y a mí mismo, y convertir mi proyecto en un éxito. Aparentemente es un “alivio”, pero en realidad es una trampa que me mantiene en el mismo sitio.
La cantidad de energía de la que disponemos cada día es limitada.
¿A qué vas a decidir dedicarla?
¿Conoces a alguien que tenga un tono “quejicoso” y haya sido una persona de éxito?
Más provechoso para ti es que, al final de tu día, recuerdes 3 cosas por las que estar feliz. Verás qué diferencia en tu tono y en tu día a día.