¿Que hace a Tiger Woods tan grande? ¿Y a Warren Buffett, qué lo convierte en el mejor inversor del mundo? ¿Y a Paco de Lucía el increíble guitarrista que, casi por sí solo, ha logrado cambiar para siempre el alcance de la guitarra flamenca?
Todos lo sabemos: son personas especialmente dotadas que nacieron con un don especial. O lo tienes o no lo tienes. ¿O no?
Al parecer no es tan sencillo…
Primero, no nacemos con un talento especial para un trabajo concreto, porque los talentos específicos naturales no existen. No naces como inversor excepcional, ni maestro de ajedrez. Sólo se alcanza la grandeza y la excelencia después de muchos años de trabajo duro. Y no cualquier trabajo duro, sino de un trabajo duro muy concreto.
Buffett, por ejemplo, pasa horas y horas leyendo informes financieros y buscando posibles inversiones. Paco de Lucía, al parecer, pasaba unas 10 horas diarias estudiando la guitarra, mientras los demás niños jugaban en la calle. Tiger Woods puede que tenga ciertas cualidades físicas, pero otros muchos también las tienen.
¿Sabéis de quién es la foto? Tiger Woods, con tres años, practicando su swing. El que está considerado como el mejor, o casi, golfista del mundo, ha cambiado dos veces su swing (algo que sólo quien juega al golf puede imaginar lo difícil que puede resultar). Todo por seguir mejorando.
El factor decisivo en estos casos, y en todos los casos de quienes han alcanzado la excelencia es el estudio deliberado, la práctica deliberada de la profesión o actividad. Un músico estudia varias horas de escalas, arpegios, pasajes, acordes, trémolos, etc, además de aprender nuevo repertorio, practicar y repasar el antiguo. A esto hay que añadirle estudios de interpretación, búsqueda de nuevo material, composición, etc. Un ajedrecista de élite pasa horas y horas al día desarrollando su profesión.
De hecho, parece ser que todas las investigaciones se inclinan a que el éxito se debe al trabajo continuado y “deliberado” a través de un cierto tiempo. Y este periodo de tiempo es, aproximadamente, 10 años. O el equivalente a 10.000 horas de práctica, estudio, ensayo.
En una carrera entre alguien con talento y alguien dispuesto a echar las horas en una práctica o estudio adecuada, no hay color. El ganador, el que alcanzará mayores cotas, será el que esté dispuesto a trabajar deliberadamente en la mejora de sus habilidades.
La buena noticia es que este modelo también se puede aplicar al mundo laboral…