He aquí 5 ideas estelares. Son fáciles de poner en práctica y no te costarán nada. Si no las haces es por que no te apetece: no busques culpables. Si ves que, a pesar de ponerlas en práctica, tu negocio sigue a flote, escríbeme y te daré alguna idea más.
Trata a tus clientes como si fueran una molestia
Es uno de los fáciles. Por si no se te ocurre cómo ponerlo en práctica, he aquí algunas ideas: cuando llamen por teléfono, no contestes como si fuese una empresa sino con algo como “dígame” (no se te ocurra decir el nombre de tu empresa y, por ejemplo, “buenos días, en qué podemos ayudarle?”). Si entran en tu comercio, no los recibas con una sonrisa, sino como si estuviesen interrumpiendo algo verdaderamente interesante. Si te piden un presupuesto, no te molestes en cercioarte de todos los datos, haz que te lo tenga que repetir todo varias veces. Después haz como que se te olvida enviarlo y que tengan que llamar para recordártelo. Si algún cliente presenta una queja, haz todo lo posible porque no logren dar con la persona adecuada para quejarse, mejor, no tengas a nadie para esta labor, y educa a todos los que trabajan contigo que intenten ver cómo le pueden echar la culpa al cliente… bueno, creo que vas cogiendo la idea.
No hagas un seguimiento de tus acciones de marketing.
Lo mejor es que cuando decidas gastar algo en marketing, tengas fe en lo que hiciste y no andes ahora viendo si el resultado es el esperado — en fin, si es que tenías alguna expectativa concreta, claro. Creo que habría que definir un nuevo concepto de marketing: MBC o “Marketing Basado en la Corazonada”. Bien pensado, igual lo mejor es que NO gastes nada en marketing… no sea que vayamos a estropear el tema.
Plantéalo (lo que sea) desde el punto de vista negativo.
“No puedo hasta la semana que viene”. “Uy, esto es complicado”. “Si podemos, pero será caro.” “No sé si voy a poder.”… Lo importante es que te pregunten lo que te pregunten o te pidan lo que te pidan, comiences la respuesta con un “no…” o un “pero”. Nada de responder con lo que sí puedes hacer, o con una propuesta positiva; mejor que quede claro la molestia que supone. Hay gente muy insistente, y a pesar de esto reincidirán en volver, pero si perseveras, acabarás notando el efecto en tu negocio.
Céntrate en las características de tu producto o servicio y no en los beneficios que reciben los clientes.
Cuando expliques tu producto no te cortes de comentar cuántos millones de teracosas por segundo, o cuantos miles de centipediometros por kilo hace. A los ingenieros, y profesionales en general, les encanta hablar de “sus cosas” y están enamorados de sus productos y servicios. ¿Qué les importa lo que el cliente necesita o quiere de verdad? Por ejemplo, si eres un contable, cuando hables con tu cliente, hazlo de manera que tenga que apuntarse a CCC o CEAC sólo para entenderte. ¿Qué se trata de su dinero, dices? Claro, ¡pues que espabilen!
Ni se te ocurra hacer copias de seguridad de los datos de tu negocio
Si se quema tu oficina o el lugar donde haces negocio, o si tu ordenador decide que en realidad sí existe la reencarnación y ha decidido ver si logra volver como una mesa de diseño, ¿cuánto tardarías en volver a estar funcionando como si no hubiese pasado nada?
En fin, si con esto no logras hundir tu negocio, la semana que viene intentaré darte alguna sugerencia más…
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