La mayoría (el 81%, según el GEM) de los pequeños empresarios, pone su negocio sin experiencia ni conocimientos anteriores. Suele ser un profesional que se encuentra con una oportunidad y la toma. O quizá llevaba tiempo trabajando por cuenta ajena, y siempre ha “soñado” con ser su propio jefe. En no pocas ocasiones, se trata de un buen profesional que siente que está trabajando para alguien que sabe menos que él o ella sobre la profesión.

Y puede que sea cierto. Pero lo que quizá su jefe sepa (y el profesional no) es que saber desarrollar el trabajo técnico que hace una empresa, no te habilita para saber llevar la empresa que hace el trabajo técnico. Por ejemplo: ser un mecánico excelente, no dice nada de cómo te desempeñarás como dueño de un taller.

Como coach, el principal obstáculo que tengo que salvar con mis clientes es que lleguen a entender que lo que les ha traído hasta aquí, ya no vale para seguir adelante. Ser empresario es un juego distinto, con reglas diferentes.

Ser empresario es una profesión. Lo que conoces de otras profesiones no te habilita para ser un buen empresario, excepto, quizá, el espíritu de trabajo, aprendizaje y desarrollo continuado… en el campo de la emprendeduría.

Si te encuentras en esta situación, si has puesto un negocio o has comenzado un proyecto y lo que aportas principalmente es tu conocimiento del ámbito profesional, mucha energía y muchas ganas, piensa que, aunque son cualidades imprescindibles, quizá no sea suficiente. En otros momentos económicos, quizá lo haya sido. Ahora no.

Ya no hay lugar para empresas sin empresario. El marinero que se compra un barco y sigue empeñado en pasar su tiempo en el cuarto de máquinas, y no en el puente de mando que es donde ahora le corresponde, acabará con toda probabilidad en las rocas, o dando vueltas. Lo seguro es que no llegará a puerto.

De igual manera, el profesional que pone un negocio e insiste en seguir haciendo principalmente lo mismo que hacía antes de poner su negocio, tiene pocas probabilidades de llegar a sus objetivos. De hecho, lo más probable es que no tenga objetivos (excepto el de poner un negocio).

Cuando pones una empresa, te has convertido en empresario. No hay nada que puedas hacer al respecto. Lo único que puedes hacer es decidir si quieres ser buen o mal empresario (una pista: es mejor que elijas lo primero)…

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