El coaching empresarial y los Valores DE tu Empresa

Hasta ahora, en esta serie de entradas de coaching empresarial, hemos hablado del valor y por qué es importante para tu negocio, desde el punto de vista de lo que ofreces a tu cliente: cómo mejora su vida, cómo se cristaliza este valor en tu negocio y también desde el punto de vista del valor para la sociedad, y esto desde dos perspectivas:

1) La necesidad para la sociedad que tu actividad cubre, y

2) la oportunidad para que tus empleados y colaboradores pueden también dar lo mejor de sí mismos y alimentar y cuidar a sus familias.

Hoy quiero enfocarme en el concepto de «Valor» desde el punto de vista “Valores DE tu empresa”.

¿De qué va tu empresa?

¿Qué valores  representa? ¿Cómo quisieras que se recordase tu negocio?

Lo primero que necesitamos recordar es que los valores no se pueden disimular. Hay que estar muy atentos a que la tendencia actual a hablar de valores de la empresa no nos empuje a hacer una lista “ideal” de valores por los que me gustaría que mi empresa o mi trabajo fuese conocido. Las empresas, las actividades económicas, no tienen valores.

Los valores los tienen las personas.

Si quieres que tu empresa transmita unos valores concretos, que sea un vehículo para una manera de entender el mundo, necesitas contratar o colaborar con personas (incluyéndote a ti, especialmente si tienes un micro negocio) que tengan esos valores.

 

Personas para las cuáles estos valores sean importantes.

 

Personas que manifiestan estos valores en su día a día.

No es lo que dices, es lo que haces

Hace unos años nos mudamos a una casita en Andalucía. La casita tiene un terreno con olivos, frutales, un huerto, una piscina… que requieren cuidados. Por más que lo intento yo, siempre me quedo atrás y no voy al día con lo que necesita.

La naturaleza nunca descansa.

Independientemente de que yo tenga más o menos tiempo, ella sigue creciendo, produciendo hierbas, invitando a bichitos a comerse mis hortalizas, necesitando riego… en fin, que finalmente contraté a una persona para ayudarme.

Huerto descuidado...

Pero, por algún motivo, a pesar de sus buenas palabras iniciales, siempre llegaba un poco tarde, se solía tener que marchar un poco antes, no le daba tiempo a acabar lo acordado, dejaba las herramientas dispersas por la finca, de manera que cuando yo las necesitaba no las encontraba… en fin, bastante frustración.

Como uno de los motivos para venirme aquí era un  poco más de tranquilidad, no me comportaba de manera tan exigente como quizá hubiese hecho en épocas anteriores de mi vida. Me propuse esperar a que la persona se hiciese con la situación… pero la cosa no hizo sino empeorar. Al final, cambié de persona y de nuevo lo mismo. Y una vez más: otra vez lo mismo. La última persona que contraté hace meses, sin embargo, ha sido  un cambio total: está aquí a la hora, si no se lo recuerdo siempre se queda un poco más, hace más de lo acordado, deja todo limpio y recogido…

Porqué estoy contando esto

¿Puedo decir que esta persona es mejor jardinero que los otros? En realidad, no puedo decirlo, pues no lo sé. Lo que sí puedo decir es que con su comportamiento me transmite unos valores que me hacen sentir cómodo, tranquilo y confiado. Alguno de los anteriores me decía “No te preocupes. Te voy a cuidar esto como si fuese mío”. Hmmm… tendría que haber ido a ver cómo estaba su finca, claro 🙂

Los valores que realmente transmites están escondidos en cómo te comportas. En cada cosa que haces.

¿Cómo te ven a ti tus clientes?

Es muy fácil creer que uno manifiesta unos valores sólo por decirlos o por ponerlos en su web. Pero lo difícil – imposible, diría yo – es disimular qué valores tienes en realidad.

Es muy fácil auto engañarse. Si me preguntas a mí qué pienso de la «orientación» al cliente de muchos negocios que lo presentan como bandera, seguro que tengo una idea diferente a la que tienen ellos.

Por lo tanto, es esencial identifiques qué valores tienes que compartes con tus clieltes y que quisieras resaltar, pues es alrededor de estos como puedes articular una identidad con la que puedan y quieran, si no identificarse, al menos sentirse cercanos y en terreno conocido.

No se pueden inventar los valores

Casi cualquier actitud puede verse en positivo o en negativo. La rigidez puede verse como disciplina y compromiso; la difusión y falta de foco puede verse como apertura a lo novedoso.

Por un lado, depende de quién lo observe y de sus propios valores. Por otro, la clave está en la exageración o la polarización extrema. Lo que puede ser una sana ambición (positivo), exagerada se puede convertir en egoísmo desmedido (negativo). Lo que puede ser cuidar al cliente (positivo), se pude convertir en no tener foco en qué es lo que realmente ofreces y hacer cualquier cosa que tu cliente te pida (negativo).

Por qué esto de los valores

Por un lado, además de ganarnos el sustento con nuestro trabajo, nos suele gustar que lo que hagamos tenga un efecto positivo, que se sienta como algo positivo. Tanto por los clientes, como por la gente que está ofreciendo el servicio. Nuestra percepción de “positivo” está muy enmarcada en los valores que tenemos. Por esto es más fácil acercarse a lugares o empresas cuyos “valores” nos parecen coincidentes con los nuestros.

Qué puedo hacer

Identifica de qué valores querrías ser defensor o adalid en tu día a día, personalmente, con tus colaboradores, con tus clientes. No intentes inventarte valores que te gustaría que te gustasen.

Aunque estos valores se pueden utilizar (y deben) en tu marketing – quizá de manera subliminal mediante el tipo de mensaje, cómo se escribe, de qué escribes, diseño, etc. – es importante recordar una vez más que los valores no se pueden disimular. Si no son cosas en las que de verdad crees y que mantienes en tu día a día con tus empleados y en tu vida, por más que lo intentes tu mensaje sonará “falso”.

Y cómo decía mi abuela: “Antes se atrapa a un mentiroso que a un cojo”.

Qué valores estás transmitiendo ahora… realmente

Y, si quieres saber qué piensan de ti tus clientes, hay una manera de averiguarlo: pregúntales (si te atreves).

Una encuesta anónima es una excelente manera de recibir feedback sobre cómo te ven y qué valores transmites realmente.

Si encuentras discrepancias entre lo que quisieras transmitir y cómo te ven realmente, puedes decidir qué hacer: reconducir cómo te comportas y qué comportamientos potencias, o redirigir tu empresa, y su marketing, en otra dirección.

Coaching Empresarial: una conversación

Si lo que lees te gusta o te resuena, quizá te podría venir bien que tuviésemos una conversación sin compromiso. El coaching empresarial es un acelerador de crecimiento.

Puedes reservar una cita conmigo desde este enlace. Te abrirá una ventana donde podrás elegir uno de los huecos que tengo disponibles.

Claridad y Acción

Estas dos cosas son las que ofrece el coaching empresarial. Claridad, pues en ocasiones lo único que nos falta es claridad. A veces una conversación puede aclararte muchas cosas. Una vez obtenida la claridad (o más claridad), el siguiente paso es pasar a la acción.

Por ejemplo, ponerte en contacto conmigo y agendar una reunión de coaching, es pasar a la acción. Es dar un paso concreto, con el fin de mejorar tu situación.