Hace poco, durante el descanso de un curso sobre SEO al que me habían invitado, estábamos hablando varios asistentes sobre nuestro trabajo y cuando dije que soy coach empresarial, el profesor, que también estaba con nosotros, dijo que él también era coach. “¿Ah, sí?”, le contesté. Y me dijo, con aire condescendiente, dándome una palmada en el hombro: “Hombre, esto de coaching lo hemos hecho toda la vida. Es echar una mano a la gente. Lo que pasa es que ahora se llama así, para darle más caché…”

Ya había oído comentarios como este, sobre todo de personas que han trabajado como ejecutivos anteriormente y tienen cierta soltura aconsejando a otros, pero en esta ocasión entendí lo devaluada que puede llegar a estar la profesión y los comentarios negativos que oigo en ocasiones.

Aunque hay buenos y malos profesionales en todos los ámbitos y también clientes que siempre estarán insatisfechos, entiendo que algunas personas se puedan sentir frustradas o engañadas: por un lado el coaching se vende como algo casi mágico, la solución a todas tus inquietudes, pero luego lo hace cualquier hijo de vecino, que se limita a darte consejos y darte su opinión sobre lo que “tendrías” que hacer. O incluso se utilizan “herramientas de coaching” que te dan un subidón emocional pero que no llevan a una transformación real. No hay nada más lejos del coaching que esto. No es sorprendente que tras una experiencia la persona se pregunte ¿Para esto voy a pagar?

Creo que se está implantando, entre todos, una visión algo deficiente y sesgada de qué es el coaching y qué busca. Así que me gustaría aclarar algunos aspectos del coaching para que tanto si estás pensando en contratar un coach para trabajar con él o ella, como si estás considerando formarte como coach, pueda servirte de orientación.

En primer lugar, el coaching es una disciplina concreta, con su propio paradigma, su manera de interpretar las situaciones, sus técnicas y su deontología. Esto es algo que necesitamos recordar (y es cierto que el nombre no ayuda nada).

El paradigma del coaching, su creencia básica y fundamental, es que todos y cada uno de nosotros tenemos los recursos necesarios para llevar adelante nuestra vida y nuestros proyectos vitales. Y, en concreto, tenemos los recursos necesarios para enfrentarnos con lo que la vida nos está poniendo enfrente en este momento. Estos recursos están en nuestro interior y nos pertenecen, pero, por diferentes motivos, puede que nos cueste acceder a ellos.

El coaching busca, mediante diferentes técnicas pero, sobre todo, cuidando que se establezca un tipo de relación muy concreta, crear las condiciones para que tú puedas acceder a todo el conocimiento, la sabiduría y los recursos que llevas dentro. También te ayudará a que puedas identificar dentro de ti qué es lo que te está bloqueando, qué hay debajo de lo que te pueda estar deteniendo, y qué motivaciones y creencias subyacen tu comportamiento.

En el coaching no se trata de animar a la gente, ni de desanimarla. No se trata de dar consejos, ni de hacer que se despreocupen o se preocupen. Ni de motivarla ni de no motivarla. Estas cosas ocurren, pero no son el objetivo del coaching en ningún caso.

Otro aspecto del paradigma del coaching es el de mirar hacia el futuro. No es tan interesante, para el coaching, conocer los intríngulis de la vida pasada del cliente. Lo importante es conectar con los recursos de que dispongo en la actualidad y mirar hacia el futuro. Esto implica que hay una diferencia importante con la terapia, y para que alguien pueda recibir coaching se espera que tenga un cierto grado de integración psicológica… esto quiere decir, básicamente, que pueda funcionar de manera autónoma.

Es muy importante mantener en mente estos dos aspectos del paradigma del coaching, pues subyacen todo lo demás: las técnicas concretas, los enfoques generales, etc. Por ejemplo, del paradigma del coaching se desprende que el coach tiene que estar dispuesto a adoptar un papel “secundario” y no ser el que tiene todas las ideas, ni el que ya tiene claro dónde necesitas ir (y por esto va preguntando cosas concretas). También implica que el coach tiene que tener un importante grado de auto-observación y auto-conocimiento para ver dónde tiene ganas de intervenir, de decírle al cliente lo que debería hacer, por dónde le viene “mejor”, etc., y NO hacerlo. El coach necesita entender que no tiene ni idea de qué le iría mejor al cliente. Y esto es muy difícil…

En la siguiente parte de esta publicación hablaré sobre qué cosas específicas se puede esperar que aporte el coaching…