…y cómo afecta al pequeño empresario…

El pequeño empresario se ve normalmente en la necesidad de sacar adelante su negocio, haciendo un poco de todo (o más bien un mucho de todo), sobre todo al principio de su proyecto.  De ahí viene una dificultad muy importante: no diferenciar cuando están realizando un papel y cuando están realizando otro. Esto hace que acaben por tener un importante “lío” y creer que están trabajando sobre su empresa siempre, cuando en realidad suelen acabar, a pesar de su esfuerzo, yendo de acá para allá apagando fuegos con demasiada frecuencia.

Una de las áreas donde observo que más tienden a tener dificultades es en diferenciar entre sus papeles como líder y como directivo o gestor. Ambos son esenciales en una pequeña empresa y, hasta que esta crezca y se pueda contratar más personas, normalmente tendrá que desempeñar los dos roles. Muchas personas que empiezan como empresarios tienen la tendencia a focalizarse en lo que se les da mejor, y en dejar de lado lo que desconocen y lo que más les cuesta. Esto es algo natural, pero en una pequeña empresa constituye una receta para el desastre.

Al igual que en otras áreas de la empresa – finanzas, recursos humanos, etc. – es muy importante que el empresario sepa cuáles son las características y las acciones que necesita llevar a cabo cuando se pone la chaqueta correspodiente (la de líder o la de directivo, en este caso).

Empecemos por el papel del líder

Empezamos por aquí, porque en realidad todo lo demás depende de esto. La persona que lidera el proyecto ha de tener claro dónde quiere ir y cómo. Es decir, ha de fijar la dirección estratégica de la empresa. Hemos de tener mucho cuidado de no pensar que con gestionar bien el día a día vamos bien: si no sabemos dónde vamos y mantenemos esta idea en nuestro punto de mira constantemente, podemos encontarnos con que estamos yendo muy eficientemente en una dirección no deseada.

Así pues, la primera tarea del líder es fijar el objetivo. Dónde vamos; quiénes queremos ser; cómo queremos destacar; qué queremos hacer…

La segunda tarea del líder es embarcar a la gente en este objetivo. Conseguir que lo hagan suyo y estén dispuestos a esforzarse por conseguirlo. Es decir, lograr que estén dispuestos a hacer algo más que lo mínimo imprescindible para mantener su puesto de trabajo. Motivación.

Para esto es necesario tener algo de percepción de los demás, de qué les motiva y cómo motivarlos. Hay personas que saben hacer esto de manera natural. A otros nos cuesta un poco más y tenemos que trabajarlo. Pero es un área en la que podemos – y debemos – mejorar y es un área en la que cualquier mejora tiene un efecto multiplicado.

¿Te puedes imaginar lo que significaría para tu negocio que tu equipo comenzara a realmente creer en el proyecto que supone tu empresa?

Otro día intentaremos profundizar en algunos “cómos” de esto. Por hoy, podemos resumirlo en que el papel del líder consiste en fijar el objetivo final y conseguir que los demás se quieran apuntar psicológicamente a este proyecto.

El papel del directivo (o manager)

El papel de directivo es también importantísimo. Se trata de conseguir avanzar de manera eficiente en la dirección adecuada para lograr el objetivo fijado por la dirección estratégica de la empresa (que de momento puede ser la misma persona :-)). Es desde esta posición desde la que podemos implantar sistemas, procedimientos, controles, monitorizaciones… las tareas de gestión y control con las que estamos familiarizados si tenemos que dirigir un equipo.

Desde la posición de directivo, hemos de establecer medidas y baremos, que son los que consultamos para saber si vamos bien, y corregir el tiro si fuese necesario. Aquí tienen sentido cosas como los cuadros de mando integrales u operativos, los KPI (Indicadores Clave), los procesos, los procedimientos y todo lo que podemos medir y estandarizar.

Todos estos métodos son herramientas para llevarnos al objetivo. Pero si el objetivo no está claramente definido y compartido, no nos sirven sino para darnos una falsa sensación de seguridad.

Otra manera de interpretar el papel del directivo es que su función es ayudar y facilitar que los objetivos se cumplan, que la misión se desempeñe, y que la visión se haga realidad. Ayudar a aquellos a los que gestiona a hacer su trabajo de la manera más fácil y eficiente posible.  Está a la vez al servicio de las personas cuyo trabajo dirige y de los objetivos (y la misión y visión) de la empresa.

Delegar estas tareas

Conforme tu empresa se desarrolla podrás contratar personas para hacer trabajos y encargarse de parte de las tareas que ahora haces tú (pues, si eres como la mayoría de los pequeños empresarios, para empezar lo haces casi todo). Con respecto a las tareas de dirección, es importante tener en cuenta que aunque llegues a poder delegar algunas tareas de dirección – o incluso subcontratarla – la importantísima tarea de liderar no podrás deshacerte de ella: el propietario de la empresa es, por definición, el líder del proyecto. De ti depende que las personas se apunten al proyecto y hagan algo más que simplemente cumplir con lo mínimo exigido: lograr que, de alguna manera, lo hagan suyo. Todos estamos deseos de trabajar para alguien que nos lidera bien. Ansiamos líderes que nos ilusionen y saquen lo mejor de nosotros mismos. Así que, todo lo que puedas hacer para desarrollar tus cualidades de liderazgo, será siempre un activo para tu éxito empresarial y personal.