Una cifra desconcertante
Cuando daba charlas en los Viveros de Empresa de Madrid (eso era antes de mudarme aquí a las Alpujarras. Ahora sólo doy charlas a las gallinas de la vecina), solía comenzar a hablar con una diapositiva en la que ponía sólo una cifra.
90%
Así, en medio de la pantalla. Sin nada más.
Solían ser unas pantallas muy grandes, así que era muy llamativo.
Yo empezaba a hablar sobre emprender, y los problemas con los que te puedes enfrentar.
Y estaba hasta 15 minutos hablando y luego decía:
“Por cierto, ¿Sabéis qué quiere decir este 90%?”
Algunas personas decían “la cantidad de esfuerzo necesario, para que tu negocio salga adelante” o “Cuánta motivación tienes que tener” y cosas así.
No sé, creo que debían de llegar a mis seminario después de otro seminario motivacional o algo así…
Haciendo todo para que tu negocio sea parte de esa cifra
El caso es que yo les decía dos frases.
La primera:
Estas son las probabilidades de que si te esfuerzas mucho, pones toda la carne en el asador, inviertes todo el dinero que tengas y hasta tomes dinero prestado… estas son las probabilidades de que en 2-3 años tengas que cerrar y te pases el resto de tu vida pagando la deuda que has contraído.
La segunda frase – por si se querían escaquear – era:
Esta mañana han ido a declarar bancarrota, o se han rendido cientos o miles de personas como tú que, hace 1, 2 o 3 años pensaban, como piensas tú ahora mismo, que a ELLOS NO LES IBA A PASAR.
Bueno, aunque no te lo creas, la gente se quedaba después de oír esto.
La realidad es que van cambiando las cifras (si se hunde el 70% o el 80%, o el 90%), pero hay dos cosas que son incontestables:
1 – Una gran cantidad de pequeñas empresas cierra antes de cumplir los 3 años.
Probablemente miles a diario.
2 – (Y a riesgo de parecer un desalmado, esta es la estadística que más me importa) La mayoría de los negocios que no cierran, tampoco es que estén para tirar cohetes. No van a ningún sitio. Se mantienen, más o menos en el limbo de llegar a fin de mes, ahorrar un poco, perder las reservas…
Lo curioso es que las personas que llevan estos negocios, sienten que como están esforzándose, trabajando, haciendo, pues las cosas “van.” Esperando imagino, tiempos mejores (que no sé por qué esperan que vengan porque sí).
No sé si has visto esto que se llama Slow TV.
Es una filmación -originalmente en vivo, pero luego las dejan grabadas – de cosas como un tren que viaja por el campo, o por la montaña, o de un barco navegando… pero visto desde el tren o desde el barco.
Horas y horas de horizonte…
No pasa nada más…
Aquí puedes ver un ejemplo. Pero vuelve, después, vale?
(54) Bergen – Oslo 1/2 (Bergenbahn) : Führerstandsmitfahrt – YouTube
Ya has visto lo hipnótico que puede ser.
Imagínate esto, pero en una vía circular, que tardas 1 mes o 1 año en recorrer y al final estás donde estabas al principio. Como un Tio Vivo, solo que mucho más grande.
Esta es la metáfora que más me encaja para un negocio que “funciona” pero que no va a ningún sitio… el movimiento y la acción son hipnóticos.
Y nos engaña haciéndonos pensar que estamos avanzando.
El mismo movimiento se convierte en el objetivo.
No hay meta.
Al menos no clara.
Y así se produce, entre tantos talentosos profesionales, esa incoherencia de tener un negocio propio en el que están estresados, esforzados, desbordados y, encima, tampoco ganan tanto dinero.
Y, sobre todo, están hoy – desde el punto de vista del valor de su negocio – exactamente donde estaban hace años.
Es decir, se han deslizado de tener un negocio a tener un auto-empleo.
En lugar de aumentar el valor de su negocio cada día, se preocupan de ver si cobran este mes.
Ya he escrito en otros sitios como el autoempleo es un callejón sin salida a la larga: ¿qué vas a hacer dentro de 10, 20, 30 años? ¿Lo mismo?
Es normal, cuando tienes un pequeño negocio, pensar que lo de hacer una planificación estratégica “formal” no es para ti.
Que probablemente no lo necesitas.
Que el negocio va bien – más o menos -. Y “poco a poco” va creciendo.
¿Dónde vas, alma de Dios?
Pero “¿Dónde vas, alma de Dios?”, como decía mi abuela.
Si no sabes dónde vas. Si no tienes un objetivo muy delimitado y muy claro y es lo que guía tu día a día, entonces ¿qué te hace pensar que cuando tengas 50 o 60 años, no vas a seguir haciendo lo mismo?
Porque también es importante que entiendas que SÍ tienes un objetivo.
Nadie hace las cosas por que sí.
Sólo que lo más habitual es tener objetivos (quizá más bien deseos, aspiraciones, miedos, bloqueos) inconscientes y reactivos que, por más que nos decimos que queremos hacer algo, acabamos haciendo lo contrario (piensa en las veces que has intentado perder peso, ponerte en forma, dejar de fumar, etc.).
En otras ocasiones, para poder convivir con la disonancia cognitiva que nos genera esta situación (porque en el fondo seguro que te das cuenta de que eso podría ser de otra manera, verdad?) nos convencemos a nosotros mismos: “no quiero crecer demasiado deprisa”, “no es el momento de crecer”, y argumentos por el estilo.
Es decir, hay una parte de ti que tiene el objetivo de que NO cambien las cosas.
Esto está en ti y en todas las personas.
Sólo que algunos hacen el esfuerzo y logran salir de esa zona de confort.
Por esto te digo que o te organizas un objetivo, muy claro y un plan muy, muy concreto o la parte inconsciente que tira de ti, y te mantiene donde estás (con todo tipo de justificaciones y racionalizaciones, eso sí) seguirá al mando.
Pregúntate si con 60 años quieres seguir haciendo lo mismo…
El GPS de la Planificación estratégica
La mejor manera de conseguir fijar un objetivo que alinee tus esfuerzos y energías, en un pequeño negocio, es haciendo una planificación estratégica.
Es la manera más “estructurada”, rápida y concreta de conseguirlo (y que no sea poner un objetivo al azar, ni que lo ponga la parte de ti que está al mando y te quiere evitar los cambios, claro).
Recuerdo cuando lo hice la primera vez con mi pequeño negocio de entonces, es como si hubiese hecho un truco de magia.
Desde que empecé el proceso, hasta que empecé a ver frutos, pasaron varios meses – no es una cosa de un día para otro. Pero el resultado fue como si hubiese aprendido unas palabras mágicas y todo hubiese cambiado.
Así que si quieres que tu negocio deje de parecerse a una de estas grabaciones de SlowTV (que ahora puedes utilizar para dormir, también, por cierto) y se parezca más a un cohete que va a la luna, quizá te interese apuntarte al curso de planificación estratégica que estoy preparando.
Curso de Planificación estratégica para pequeños negocios
De aquí a poco tendré fecha de inicio. Completa el formulario si quieres que te informe cuando se abra y tener un pequeño descuento si finalmente decides hacerlo.
Además, podrás contestar con algo concreto cuando te preguntes “¿Pero a dónde vas, alma de Dios?”
No sólo eso: podrás vivir lo más parecido a un milagro que habrás visto en mucho tiempo (lo digo sin exagerar, siempre y cuando sigas el proceso claro).