Mejorar tu empresa
Si te preguntan ¿Qué tal va tu empresa?…
“Ahí vamos…” es el tipo de respuesta que suelo obtener cuando hablo con un emprendedor o pequeño empresario por primera vez. Cuando indago un poco más, resulta que tampoco podría ser más concreto, porque no lo sabe. Esto siempre me ha sorprendido, porque me contestaban como si le preguntase por algo similar a “¿qué tal está el tiempo por allí?”: algo difuso y muy subjetivo.
Finalmente, me di cuenta de que lo que me está contestando es, más bien, qué día o semana ha tenido personalmente. Como digo, esto siempre me había sorprendido, pero hace poco recordé un antiguo estudio sobre “felicidad”, y entendí por qué ocurría esto.
El estudio funcionaba de la siguiente manera: se pedía a los voluntarios que acudiesen a un centro a participar en un estudio, donde tenían que responder a unas preguntas. Las preguntas clave, las que versaban sobre su percepción de satisfacción a largo plazo con su vida y su sensación de felicidad, estaban intercaladas entre otras de diferentes ámbitos, así que los que contestaban no eran conscientes de que este era el objeto del estudio.
¿Y si por 10 céntimos cambias de opinión?
En el proceso se les pedía que fuesen a fotocopiar el formulario y que escribiesen sus respuestas en la fotocopia. Los investigadores habían preparado la situación de manera que unas cuantas de estas personas se encontraban en la fotocopiadora una moneda (de poco valor, equivalente a unos 10 céntimos) que alguien había olvidado.
Y, como ya sospecharás, los que habían encontrado la moneda (de 10 céntimos, recuerda) manifestaban una percepción mucho más positiva de la vida y su grado de satisfacción general era más alto. Aunque el primer impulso es descartar estas personas como inconsecuentes o poco reflexivas, lo que ocurre es que se dejan llevar por un error cognitivo conocido como la falacia de la disponibilidad o del efecto reciente, en el que lo último que ha ocurrido modifica mi percepción general.
¿Qué tiene que ver esto con dirigir una empresa?
Pues que como todos estamos expuestos a este error cognitivo – por el hecho de ser humanos – si no nos preparamos con datos concretos y pertinentes, no tendremos una idea clara de cómo va nuestra empresa. Tendremos… sensaciones… y sin una idea clara no es posible dirigir una empresa, por pequeña que esta sea.
Y así, si acabo de cobrar una cantidad importante, que me debían hace meses, por ejemplo, tenderé a pensar que mi negocio va bien, y si no tengo dinero en el banco – aunque sea por la gran cantidad de trabajos que estoy haciendo – tenderé a tener la sensación de que no voy tan bien.
El problema, claro, es que esto no refleja en absoluto el estado de mi empresa y si me dejo llevar por estas percepciones, estaré dirigiéndola sin ningún conocimiento.
Datos concretos
Para tener una idea objetiva de cómo va tu empresa, necesitas datos reales y concretos de los gastos y los ingresos que tiene tu actividad: qué margen bruto tienes, qué costes fijos de explotación tienes y cuál es el punto de equilibrio, es decir, en qué momento del año comienzas a hacer dinero… independientemente de cuánto dinero creas que necesitas para vivir. Esos son los datos que te dicen cómo vas.
La única manera de que puedas modificar y afinar tu empresa de manera que sea rentable y acabe por adquirir un valor en sí misma, es que comiences a hacerte una idea clara y precisa de su situación financiera. Y para ello necesitas conocer – al menos – los datos que he mencionado más arriba: gastos fijos de todo el año, margen bruto de tu servicio y punto de equilibrio.
Y ahora la prueba del algodón para ver si estás en control de tu empresa: ¿conoces estos tres datos? ¿Y a qué distancia estás del punto de equilibrio?
Como ya te imaginas, sólo hay dos posibles respuestas: Sí o No. (Si has tenido que ir a buscarlos a algún sitio, la respuesta es No). El día que conozcas tu empresa de verdad, tendrás clarísimos, grabados a fuego, estos datos.
¿Qué tienes que hacer para llevar estos datos grabados a fuego? Verás que si lo haces, tu empresa funcionará mejor.