No tenemos problemas, sino proyectos.
Un “problema” implica algo que no quiero, a lo que me niego, que desearía que fuese de otra manera. Aunque realmente no me guste lo que puede estar ocurriendo en un momento dado, existe una manera de interpretarlo más positivamente: ¿cómo puedo convertirlo en un nuevo proyecto?
Incluso si quiero eliminar una situación en mi vida, en lugar de considerar esto un problema, me será muchísimo más útil hacer un proyecto para deshacerme de la situación. Pensar en algo como un problema, me coloca en clave de sufridor, víctima, queja, que no me ayuda, ni me pone en contacto con el poder que en realidad tengo de modificar la situación.
Y si no se puede modificar, pero sólo entonces, quizá mi proyecto podría ser aprender a aceptar y convivir con la nueva circunstancia. Igual aprendo algo sobre mí mismo.
Como me dijo alguien hace unos días: paséate esto por el cuerpo a ver cómo te sienta…