Recientemente recibí un email de una persona que había asistido a un seminario mío, interesándose por el grupo de coaching que estaba a punto de iniciarse. En el correo electrónico decía: “Sí, me interesa este grupo. Mándame más información. Ando mal de tiempo” (¿?). Cuántas veces has oído o dicho:

  • Estoy mal de tiempo.
  • Ahora no tengo tiempo.
  • Voy mal de tiempo.
  • Cuando tenga tiempo.

Siento ser yo quien te lo diga:

En el futuro NO tendrás más tiempo.

Porque no es el tiempo el problema, sino lo que haces con ese tiempo. Lo que decides hacer y lo que decides no hacer. El hecho de que llenas tu día con cosas y dejas que la acumulación de cosas por hacer dirija tu vida.

El planning perfecto

Hace unos años, y como creo en las bondades de la planificación, me hice un planning semanal “perfecto”. Incluía tiempo de trabajo, tiempo para parar, para leer, ejercicio… e incluso… ¡tiempo no asignado a nada! Los miércoles por la tarde completamente libres (no recuerdo por qué los miércoles, pero el caso es que así quedó). Incluso les comentaba a amigos y familia que me había dejado toda una tarde libre y unos me felicitaban y otros me miraban incrédulos…

Y comencé a seguirlo.

Al cabo de un par de semanas con este horario, quedé con un amigo el miércoles por la tarde (pues la tenía libre) y me habló de un curso que podía hacer. El curso me apetecía mucho y ¡qué casualidad! el curso era los miércoles… justo cuando tenía (digo tenía) tiempo libre. Así que me apunté al curso. Después del curso quedábamos unos cuantos y entre unas cosas y otras, organizamos un grupo para preparar otra actividad que nos apetecía. ¡Qué suerte! Afortunadamente, tenía tiempo libre para hacerlo…

… pero así, poco a poco, volví a NO tener tiempo libre: había llenado mi tiempo libre con cosas.

Cosas que quería hacer, por supuesto; pero cosas que llenaban mi tiempo y no me dejaban margen para ninguna eventualidad. Para que si surgía en la semana alguna emergencia no supusiera que el resto de mi semana estaba totalmente fuera de quicio. O, para algo mucho más importante: para parar, pensar, reflexionar… no hacer nada.

Al final aprendí que NO se trata de gestionar el tiempo, que NO se trata de ser más eficiente, que NO se trata de que “NO tengo tiempo”, ni de “cuando tenga tiempo”, por que NO lo vas a tener.

De lo que se trata es de gestionar (es decir, decidir y responsabilizarte de) qué haces con tu tiempo.

¿Cómo se hace esto, preguntas? Llevas años intentando organizar tu agenda…


Lo primero que necesitamos hacer es cambiar el foco. Cambiarlo de pensar que se trata de una cuestión de “tiempo” (acerca del cuál no tengo ningún control) y aceptar que se trata de una cuestión de decidir qué hago y qué no hago (acerca de lo cuál, en términos generales, tengo mucho más control).

Pensar en términos de “tiempo” me permite escaquearme.

Pensar en términos de “decidir qué hago y qué no hago” me permite asumir la responsabilidad de cómo se desarrolla el día a día. Me obliga a aceptar las responsabilidades que pueda tener por trabajo o familia o lo que sea. Y me hace ver que tengo que decidir qué voy a hacer y, sobre todo, qué NO voy a hacer. Porque…

…La principal herramienta para conseguir ser dueño de tu tiempo es el NO.

Y principalmente se trata de decir NO. De decir NO a otras cosas. Decir NO a más cosas que podrías hacer; que te apetece hacer; que te gustaría hacer; que te piden que hagas…

  • Decir NO a otro capítulo de la serie
  • Decir NO a esa reunión a la que te convocan sin necesidad
  • Decir NO a volver a mirar las redes sociales
  • Decir NO a quedar con tus amigos para no quedarte fuera

Decir NO es la herramienta más potente para eso que se llama “gestión del tiempo” – que como ya vimos, es realmente gestión de tus actos.

Alguien dijo que la verdadera riqueza es el tiempo discrecional. El tiempo que tengo para poder dedicarlo a lo que vaya surgiendo y que me apetezca. En este sentido, el tiempo (disponible a discreción) es oro.

Necesitamos proactivamente generar tiempo libre y defenderlo a toda costa. Forzarnos a dejarlo libre. ¿Para qué?… para estar.

Si te oyes diciendo “no tengo tiempo” o “ando mal de tiempo”, tómalo como una señal de que tienes el foco puesto en el lugar equivocado.

En el futuro NO tendrás más tiempo. Lo que ahora haces, acabará definiendo quién eres en el futuro. ¿Te gusta lo que ves?