Hay muchos retos con los que se enfrenta un nuevo pequeño empresario.

Entre ellos, el más importante – con diferencia – (pues es el que tiene mayor efecto sobre sus probabilidades de éxito empresarial) es su mentalidad.

En general, al pequeño empresario le cuesta mucho verse como empresario.

No está conectado en su interior con la idea de que lo que está produciendo, creando, generando es una empresa.

Su producto es la empresa misma.

Suele estar muy enganchado en su producto o servicio.

Esto produce muchas dificultades en su día a día, desde cómo se relaciona con sus clientes, cómo vende, cómo habla de lo que ofrece, hasta (y esto es lo más importante) a qué tareas dedica su día a día.

Dicho de otra manera: Se interpreta mal.

Interpreta mal su papel.

Y por lo tanto, no se dedica a lo que tiene que dedicares.

Al no hacer lo que debería de estar haciendo (porque interpreta la situación erróneamente o porque le resulta difícil o porque no sabe hacerlo bien aún) las cosas acaban imponiéndose y termina yendo de acá para allá apagando un fuego tras otro, y entra en la dinámica que todos conocemos en la que creo que soy el jefe de la empresa, pero hago de todo y nada funciona si no estoy.

En lugar de dirigir yo la empresa, es la empresa la que dirige mi vida.

Lo más pernicioso de esto es que al ser tan común, todo el mundo lo ve como normal y no se dan cuenta de que si estás apagando fuegos constantemente, tu empresa se está yendo a pique, o al menos no está creciendo como podría crecer.

Es importante recordar que los que fracasan (y son muchísimos, como bien nos dicen las estadísticas) nunca lo hacen habiéndose quedado en casa mirando la pared.

Lo hacen tras estar completamente implicados y y moviéndose e intentándolo (a su manera, claro).

Por lo tanto, la sensación de que estás trabajando muy duramente, o haciendo todo lo que puedes, no es ningún indicador de si estás haciendo lo que toca (más bien lo contrario: si andas de acá para allá, desde hace más de 2 semanas, probablemente tienes un enfoque equivocado).

Salvar este escollo es complicado porque la perspectiva que uno tiene limita lo que ve. Creo que lo que veo es lo que hay y ahí es dónde me muevo.

La persona no ve, y no ve que no ve.

Por esto es importantísimo buscar ayuda: trabajar con un profesional que ayude a recordar siempre la perspectiva adecuada, unirse a grupos de personas que tengan el objetivo de mejorar su rendimiento como emprendedores (y no sólo para quejarse), buscar alguna estructura de soporte y apoyo a la nueva mentalidad, buscar modelos de personas que hayan tenido éxito (como quieras que lo describas), etc.

Sin la mentalidad adecuada, la tierra adecuada en la que puedan germinar las ideas, da igual la información que me llegue: no va a dar fruto.

El cambio de mentalidad no es fácil. Y lograrlo por uno mismo es más difícil aún. Pero el primer paso es darse cuenta de la necesidad de cambiar de mentalidad.

Y el siguiente, buscar ayuda para hacerlo.