La semana pasada hablamos del concepto de tener objetivos SMART (eSpecificos, MediMountainRoad1bles, Alcanzables, Realistas y con un Tiempo), y las ventajas que tiene pasar una idea más o menos genérica de lo que quiero a algo más concreto. El acrónimo SMART nos sirve para eso: de guía para cerciorarnos de que el objetivo que nos hemos puesto en realidad puede servir de objetivo, y no sólo de imagen placentera, pero difusa, de lo que me gustaría hacer. No obstante, hemos de admitir que incluso con objetivos específicos, medibles, alcanzables, etc. en muchas ocasiones no llegamos a conseguirlos.

Sin duda, existen varios factores que influyen, pero me gustaría incidir hoy en uno: en la “R” del acrónimo: Realista.

Imaginemos que decidimos que queremos llegar en dos días a la cima de una montaña que tenemos delante de nosotros. ¿Es el objetivo específico, medible, alcanzable, con una fecha concreta? Sí. Pues adelante. Nos ponemos en marcha. Pero tras un par de horas de camino,  llegamos a un barranco y para continuar hemos de atravesarlo. Por donde estamos no podemos y nos tenemos que alejar de la dirección en la que íbamos hasta encontrar un sitio por el que descender.

Encontramos por dónde bajar y comenzamos el descenso alejándonos de nuestro objetivo. Finalmente llegamos al fondo del barranco y allí nos encontramos con un río. Para cruzarlo hemos de subir rio arriba, alejándonos aún más. Cuando finalmente cruzamos y logramos comenzar a subir, comienza a anochecer.

Llegamos arriba a una especie de plataforma de un circo glacial desde el que ya no se distingue el pico al que queremos llegar y la única manera de salir es continuar alejándonos, rodear las montañas y finalmente entramos en un bosque… y a estas alturas no tengo ni idea de dónde estoy porque no veo mi objetivo, y las dificultades y los obstáculos me están haciendo ir de acá para allá hasta que estoy completamente desorientado.

Cuando finalmente optamos por un objetivo, tendemos a salir en línea recta hacia él, con la sana intención de ir directamente a por la meta. Para la mayoría de nosotros, sin embargo, la vida se asemeja mucho a uno de esos juegos de video en los que estamos detrás de un volante y en la pantalla nos vienen otros coches, motos, peatones, bicicletas… todo tipo de obstáculos y necesitamos toda nuestra atención simplemente para no chocar. En medio de toda esta actividad, es muy difícil mantener una meta en mente, sobre todo si está algo lejana.

Pero, y si antes de salir en nuestra excursión hacia la montaña miramos en un mapa el camino y vemos los sitios por donde hemos de pasar: en dos horas estaremos en el barranco, luego girar hacia el oeste, caminar una hora y descender. En 4 horas estamos en el fondo, subimos el río media hora y cruzamos. En 1 hora más estamos al otro lado… Podemos fijar objetivos intermedios que aunque parezca que nos estamos alejando de nuestra meta, si los vamos siguiendo finalmente nos llevarán al objetivo.

Por ejemplo, si tenemos como objetivo aumentar las ventas un 20% en este año, para ello seguro que tenemos que hacer otras cosas: contratar dos comerciales, formarlos, definir el proceso de venta, decidir cómo se hará el seguimiento, etc. Todas estas cosas pueden ser objetivos intermedios que nos llevan a nuestra meta.

Quizá hayáis visto estos postes que hay en las carreteras de alta montaña que están puestos para que cuando la carretera o el sendero están tapados por la nieve, sepamos por dónde avanzar. Incluso en medio de una tormenta de nieve podemos ir de poste en poste, sabiendo que finalmente llegaremos a nuestro destino, a pesar de que no podemos verlo.

¿A qué distancia han de estar estos objetivos intermedios? Depende de cada uno, pero lo suficientemente distanciados como para que tengan sentido como metas y lo suficientemente cercanos para poder mantener la vista fija ellos.

Los objetivos intermedios, por lo tanto, sirven para constatar que estamos en el camino adecuado, cuando es posible que perdamos de vista la meta, y para mantener viva la urgencia de los objetivos.

En el fragor del día a día, en la tormenta de actividad que nos envuelve habitualmente, sabremos que si logramos mantener la vista en nuestros objetivos intermedios, en el siguiente poste, indefectiblemente me llevarán a la meta.