Tiempo de lectura: 8 minutos

Normalmente un “experto” intenta estructurar lo que hace o sabe hacer en algo sencillo de seguir, como “10 pasos para mejorar tu negocio”, “5 claves para aumentar ventas”, etc… Hoy quiero utilizar el extenso conocimiento que tienen las pequeñas empresas que no logran salir adelante para ofrecerte tres pasos que puedes poner en práctica para que tu empresa no logre tener éxito (pues haciendo estas tres cosas es casi imposible).

Me perdonarás que utilice un tono algo irónico. Todos hemos cometido alguno de estos errores, en algún momento. Pero resulta curioso cómo tantos y tantos pequeños empresarios, a pesar de decir que sí, que habría que hacerlo de otra manera, siguen empeñados en no permitir que su empresa crezca… ¿Será un complot?, ¿Un auto sabotaje?

Hay muchas cosas que tienen en común todas las pequeñas empresas con dificultades y crecimiento lento: muchas cosas que hacen y, sobre todo, muchas que NO hacen. Es cierto que, a pesar de ello, algunas logran mantenerse a flote o incluso hacer algo de dinero. Pero es algo que ocurre a pesar de su manera de funcionar. No gracias a ella.

Estos tres “Pasos” suelen darse porque la persona que lleva la empresa no tiene la perspectiva adecuada. La gente que tiene éxito en los negocios “entienden” las cosas de manera diferente a quienes no lo tienen. Tu principal tarea para que tu negocio tenga éxito y puedas llevarlo bien es lograr cambiar como piensas. Así que, sin más dilación, y entendiendo la ironía y en la esperanza de que resulte de ayuda, aquí están los:

¡¡3 pasos que puedes dar para asfixiar tu incipiente empresa!!

1) Concebir tu empresa o actividad como un “auto-empleo” y no como máquina de hacer dinero.

El primer paso para evitar que tu empresa pueda tener éxito es NO pensar ella como una entidad aparte de ti, que tienes que desarrollar, y hacer crecer. Una entidad que estará ahí para hacer dinero para ti. Una entidad que:

  1. a) Acabe por ser una fuente de dinero para ti y los tuyos y, b) Dependiendo del tipo de empresa, llegue a adquirir un valor en sí misma.

¿En qué se concreta cuándo NO piensas en tu empresa como algo despegado de ti, que tienes que desarrollar?: pues, normalmente, en tener la idea de que mi actividad profesional o pequeña empresa es realmente una especie de autoempleo.

¿Por qué es perjudicial – casi diría mortal – esto?

Porque te permite focalizar tu atención en lo bien o mal que haces el trabajo, servicio o producto de tu empresa. Es decir, te permite vivir con la creencia de que si haces bien esto (el producto o servicio), lo demás vendrá… ¿No conoces a nadie que era un buen profesional y sin embargo tuvo que cerrar su despacho, o su estudio? Obviamente, ser buen profesional, abogado, diseñador, mecánico, arquitecto, etc. no es malo (al contrario). Pero no es una clave del éxito empresarial. Ni siquiera es importante en el recuento final.

La clave del éxito está en convertirse en buen empresario.

Lo más dañino de esta perspectiva es que realimenta una creencia errónea y muy extendida: que tu trabajo es, aún, el que hacías antes de empezar tu empresa. Si has puesto una empresa o actividad profesional, tu trabajo ahora es otro: desarrollar tu empresa, despacho, estudio o lo que sea. Si estás haciendo el trabajo como trabajador, ¿quién está haciendo el trabajo de diseñar, dirigir y desarrollar tu empresa (y te aseguro que, al menos los primeros años, es un trabajo de tiempo completo)?

Si eres como muchos de mis clientes cuando primero llegan a mí, quizá me digas que tienes mucho trabajo y no te queda tiempo para hacer las “otras” cosas: marketing, diseñar sistemas de venta, salir a vender, sistematizar los procesos, hacer un seguimiento financiero de cada línea de negocio, etc… Esto es equivocar de qué va tu trabajo. Tu trabajo es dirigir y desarrollar la empresa, y no es realizar el producto o prestar el servicio. Si tú no lo haces, ¿quién está haciendo tu trabajo cada día? Y si no se hace, tu empresa no se desarrollará bien. Podrás llegar a ganarte un suelo, pero poco más. La señal de que una empresa es sana y bien desarrollada, es que tiene un valor como empresa, por pequeña que sea. Es decir: es vendible. Y, por lo tanto, el empresario no tiene que estar ahí todo el tiempo.

Si contratases un director para desarrollar tu empresa o proyecto, y te dijese que está demasiado ocupado ayudando a los de producción y que por eso no vende, no logra nuevos clientes, no hace marketing, no busca alianzas, no identifica el resultado de cada acción, etc… ¿Qué te parecería? Lo despedirías, ¿a que sí?

Pues eso…

2) No invertir en formación y desarrollo.

Este segundo paso y el siguiente vienen del anterior: de la perspectiva que aplicas… de cómo interpretas lo que está pasando. ¿Qué es esto de la perspectiva?

Imagina que sales por primera vez con una mujer o un hombre que te gusta. Si para ti las personas del otro sexo (o el sexo que te guste, vamos) son cosas de usar y tirar, es casi seguro que te comportarás de manera muy diferente – y tendrás experiencias y resultados muy diferentes, que si consideras que estás delante de la persona que puede cambiar tu vida y que todos tenemos algo sagrado que hay que cuidar y respetar.

La otra persona es exactamente la misma persona en ambos casos. Pero tú tienes algo por completo diferente: tu punto de vista de la situación. Y esto hace que tengas comportamientos diferentes y resultados diferentes. En el ámbito empresarial es igual: si tu perspectiva cambia, cambia todo: qué situaciones ves y cómo las interpretas, cómo te comportas y qué resultados obtienes (de hecho, esto es, de manera sucinta, en lo que consiste mi trabajo: ayudar a mis clientes a cambiar su perspectiva sobre su negocio o práctica profesional y sobre ellos o ellas mismas…). Pero, volviendo al tema…

Si el lugar de interpretar mi negocio como una entidad que tengo que desarrollar y hacer crecer – y que yo soy el principal responsable de hacerlo -, la entiendo como una manera de conseguirme un “autoempleo”, no tendré realmente ningún motivo para gastarme dinero (con lo que cuesta conseguirlo, ¿verdad?) en formarme y desarrollarme, ni desarrollar la empresa. No buscaré un coach, ni una mentora, ni un grupo de apoyo, ni tomaré cursos para desarrollar las exiguas capacidades de gestión, estrategia, análisis financiero, marketing y ventas con las que normalmente comenzamos nuestro proyecto. Tampoco invertiré mucho en formar a mis empleados y colaboradores, cuando necesite incorporarlos.

Tampoco invertiré en campañas de marketing. Quizá me haga una página web y una imagen corporativa, pero no sabré realmente por qué (excepto que todo el mundo tiene una…). Si interpreto que mi verdadera actividad es producir el meollo de lo que mi empresa vende (porque ¿quién va a hacerlo mejor que tú, verdad?), si lo importante, es ser mejor arquitecto, o abogada, o diseñador, o peluquera, que la gente que contrato, entonces estoy consiguiendo que mi empresa no tenga las más mínimas posibilidades de salir adelante: seré un profesional (con obligaciones de gestor) ocupado en formar a gente a medio formar, en lugar de ocupado en desarrollarse como empresario y desarrollar su empresa.

Y esto es cierto incluso si realmente buscas un “auto-empleo”. Un auto-empleo en el mundo real no te permite sentarte en casa esperando que el trabajo caiga del cielo: para generar clientes (y por lo tanto dinero y trabajo) necesitas hacer cosas que – curiosamente – coinciden con las que precisa cualquier pequeña empresa. Pero si estos dos pasos no fuesen suficientes, y aún no has logrado asfixiar tu empresa, pues, por otro lado, dedicas mucha energía a trabajar, aún queda un tercer paso, con el que ya casi está garantizado que tu pequeña empresa no pueda realmente tener éxito…

3) Esperar que la empresa te tenga que pagar un sueldo desde el principio.

Y con esto ya seguro que la rematas. Una vez más, se trata de una perspectiva, una mentalidad: en lugar de verme como empresario, en realidad me veo como “trabajador”. Esto se nota en muchas cosas, la más común es que cuando hablas de cuánto facturas, en lugar de dar una cifra anual, piensas en importes mensuales. Y especialmente, en cuánto te llevas para tu bolsillo.

Puedes decir que realmente necesitas el dinero. Puede ser, pero entonces has puesto una empresa con muy poca vista y muy pocas expectativas…. en cualquier caso, si necesitas dinero para vivir, tu labor es encontrar dinero para ello, mientras desarrollas tu empresa. Como sea, pidiendo un préstamos a amigos, enemigos (digo familiares), al banco, buscando subvenciones, buscando una actividad paralela… lo que sea.

Si, con las rémoras y dificultades implícitas en desarrollar una empresa, lo que tarda en ponerse a velocidad de crucero, la necesidad de invertir y explorar que conlleva, además le pides que por el camino te tenga que pagar un sueldo y financiar tu vida, se lo estás poniendo casi imposible… Ahora que me acuerdo, esta entrada hablaba sobre cómo conseguir asfixiar la empresa y así, seguro que lo consigues.

Y, ahora, en serio…

Según escribo esto oigo voces que se quejan y dicen: “Es que necesito vivir”, “Mi familia necesita el dinero”, “Cómo puedes decir esto, con lo difícil que es encontrar financiación”… Vale, lo entiendo, pero lo cierto es que mientras mantengas la mentalidad de que esto es un auto-trabajo, lo único que vas a ver es que te dicen que es muy difícil (y lo oyes y lees en las noticias), y que bastante tienes con lo que haces.

En lugar de esto, yo te pregunto: ¿Lo has intentado? ¿Has hecho un plan de negocio y has ido al banco con él para pedir dinero para los 6-12 primeros meses? ¿O a alguna entidad oficial… etc.? ¿Lo has hecho? porque tu labor como empresario es hacer esto. Otra cosa es que no lo hagas bien y tengas que repetirlo, o que hayas cosechado ya 20 noes (hasta entonces, no lo has intentado del todo).

No sé en tu caso, pero el problema suele ser que NO se hace esto, que estás demasiado focalizado en el “trabajo” (pero no es tu verdadero trabajo, ¿recuerdas?) y que todo esto de buscar financiación y formarte como empresario es mucho jaleo, o te da pereza, o no tienes tiempo…

A pesar de todo esto, a veces las empresas se resisten a morir, y logran salir adelante… dando un sueldo más o menos alto al empresario, pero nunca permitiéndole lo que realmente puede dar una empresa: libertad, tiempo y dinero.

Cuando empiezo a trabajar con un cliente, uno de los objetivos que les propongo (porque casi nunca está entre los que ellos traen) es que se puedan tomarse al menos 4 semanas seguidas de vacaciones… y les entra . Como si les estuviese hablando de que les proponganJla risa floja  para ser ministro, o el sex symbol que más les gusta les invite a cenar. En algún momento han aceptado que esto es un sueño imposible ¡y no lo es!

Como ya he comentado en varios sitios, el principal problema del pequeño empresario es SIEMPRE su mentalidad, su mirada, su perspectiva. En el peor de los entornos económicos siempre hay empresas que salen adelante y empresas que no lo consiguen. La ventaja competitiva es, aquí, el conocimiento y la actitud empresarial. Saber en qué hay que fijarse, cómo modificar estrategias, cuándo cambiar de dirección, etc. Como un barco que tiene que cambiar de ruta momentáneamente, para poder llegar a puerto evitando una fuerte tormenta.

Pero si no logras imaginar tu empresa como una máquina o un sistema que estás desarrollando, en lugar de un puesto de trabajo que te has generado, te será muy difícil, pues te estás equivocando en cuál es tu verdadera función.

En mi descargo por la ironía: la pyme es mi pasión

¿Por qué me dedico a trabajar con pequeñas empresas? porque es lo que mejor conozco, porque he tenido y tengo pequeña empresa y porque el pequeño empresario y emprendedor trabaja muchísimo, durante muchísimas horas, y pone mucho esfuerzo.

Nuestra sociedad depende en gran medida de las pymes y necesitamos tener mejor formación empresarial. Pero sobre todo necesitamos, como pequeños empresarios, entender que hay cosas que tengo que aprender a hacer y que se trata de una profesión que cuanto mejor me prepare más satisfacciones me dará.

Llevar una empresa correctamente no es algo que necesite una preparación similar a la de un ingeniero, pero necesita una preparación y, sobre todo, una manera de mirar e interpretar las cosas. Por desconocimiento, mis instintos, mis tendencias, mi razonamiento suelen ir en contra de lo que realmente necesito en esta situación.

Si no haces nada diferente, lo más fácil es que acabes cayendo en alguno – o los tres – de estos conceptos, pues es lo que viene “naturalmente”.

¿Qué puedes hacer?

  • Decide firmemente que te harás (buen) empresario o empresaria.
  • Decide cómo quieres que sea tu empresa o actividad y qué quieres que te dé en el futuro.
  • Cuida de tu empresa (no del producto) y permítela crecer.
  • Haz lo necesario para rodearte de personas que potencien tu pensamiento empresarial y de crecimiento.
  • Aprende sobre ser empresario/a, constantemente.
  • Búscate una estructura de apoyo, sobre todo si los puntos anteriores te resultan difíciles.